El Centro Gumilla fue impulsor de un novedoso sistema de integración cooperativa: las Centrales. Se puede decir con propiedad que fue prácticamente su creador porque el P. José Luis Echeverria redactó sus primeros Estatutos y Reglamentos Internos. La creación de las Centrales no fue un hecho fortuito. El P. Echeverría y algunos directivos, de las cooperativas ya existentes en Barquisimeto y Carora, cayeron en la cuenta que en los Informes Anuales, presentados por las Cooperativas a sus asociados a final de Ejercicio, llamaba la atención el volumen de plata empleada en los créditos dados para gastos funerarios. Los muertos se llevaban la mayoría de los créditos. Se pensó, en consecuencia, organizar un “servicio funerario” cooperativo. Si se estaba organizando a la gente para la vida, por qué no organizar a esa misma gente para la muerte.
Hasta entonces existía una clase de integración cooperativa. Integración meramente gremial. Las Federaciones, integración de primer grado, para unirse cooperativas del mismo tipo. Y la Confederación, integración de segundo grado, para unirse las Federaciones existentes. Ahora se iba a crear un nuevo tipo de integración económico-social. Novedosa pues podían afiliarse cooperativas de todo tipo, siendo una integración de primer grado. Su finalidad: suministrar un servicio funerario digno y económico a los socios de las cooperativas, más cinco o seis familiares, mediante el pago semanal de una cuota. Tanto éxito tuvo la Central de Lara que su filosofía y Estatutos se extendieron por el país: Falcón, Maracaibo, Caracas, Mérida, en un primer momento. Luego por las demás regiones. CECOSESOLA, Central Cooperativa de Servicios Sociales Lara, fue su nombre. Por aquello de “servicios sociales”, en la actualidad las Centrales atienden también a otras necesidades económico-sociales de las comunidades, como pueden ser consumo, medicina, transporte.
Terminada la estructuración de tres Centrales, fundadas más de cien cooperativas, formados y entrenados cientos de dirigentes populares ocurrió, allá por el año 1976, un pequeño conflicto con los nuevos dirigentes del movimiento cooperativo larense que aconsejó la retirada de los componentes del Centro Gumilla de la actividad, vamos a decir urbana. El Centro Gumilla pudo apartarse momentáneamente con satisfacción. No quedó barrio de Barquisimeto, ni población del Estado Lara y Estados vecinos (Portuguesa, Falcón, Yaracuy, Trujillo) que no tuviera su cooperativa de Ahorro y Crédito y/o de Consumo y por supuesto su afiliación a una de las dos Centrales existentes en aquel entonces: Cecotorres y Cecosesola.
En el año 1977 a partir de la petición hecha por el P. Vicente Arthur, sacerdote australiano párroco de una zona rural, se inició una interesante experiencia. El equipo del Gumilla optó por dedicarse a los pequeños productores de café de las poblaciones de Sanare y Guárico del Estado Lara. Pueblos donde ya existían sendas cooperativas urbanas. Y con la exitosa experiencia de más de diez años en el mundo cooperativo se quiso ayudar al Padre Vicente, quien habiendo realizado un impresionante trabajo pastoral entre la población campesina en su aspecto religioso no entendía que “siendo mejores pudieran seguir siendo pobres”. De ahí su petición de “ayuden a mis campesinos”. Fueron tres años de incansables recorridos por aquellos caseríos, más de ochenta, escondidos en los repliegues de las montañas, con caminos a veces intransitables. Se trató, inicialmente, de convencer a los caficultores de que unidos y cooperando, sí eran capaces de superar ciertos problemas económicos. Que no todo tenía por qué venir del gobierno o de otros entes externos. Se logró, por fin, mediante un trabajo educativo constante y unos pequeños logros locales alcanzar la meta de fundar el año 1980 la gran cooperativa CRAMCO (Centro Regional de Abastecimiento y Mercadeo Centro Occidente). Nombre que pudo parecer un tanto presuntuoso. No así al ver que debajo de él estaban arropados 2.000 pequeños productores de café de Sanare y Guárico (Edo. Lara), de Chabasquen y Biscucuy (Edo. Portuguesa), Batatal (Edo. Trujillo) y Calderas (Edo. Barinas).
CRAMCO, la cooperativa agrícola más grande de Venezuela, se constituyó como una cooperativa de segundo grado. Los campesinos se asociaban en su propio caserío a una unidad jurídica, llamada Unión (Unión de Crédito y Servicios). Y las Uniones, a su vez, fueron los socios de la nueva Cooperativa. Para aspectos administrativos las Uniones de cada población conformaron lo que se llamó Núcleo.
La Cooperativa vino a solucionar diversos problemas económicos, que nunca hubieran podido estar al alcance de un humilde campesino: conseguir anualmente créditos millonarios de un ente gubernamental, mercadear directamente la producción de los socios de miles de quintales de café, organizar la venta de productos alimenticios en cada uno de los Núcleos, y por supuesto montar el ya conocido servicio funerario. El Gumilla se encargó de la educación y organización de las Uniones así como del adiestramiento de los directivos que fueron siendo elegidos en sucesivas Asambleas.
De manera similar a lo sucedido en Barquisimeto a los diez años de actividad, ocurrió también a los diez años de existencia de CRAMCO. Se diría que se trata de una crisis de crecimiento. Parte de la Cooperativa quiso prescindir de los servicios del Centro Gumilla. Pero las Uniones de Guárico, por donde se había iniciado todo el proceso educativo y organizativo, manifestaron su desacuerdo.
En el año 1990-91 el Núcleo Guárico se separó de CRAMCO para formar su propia Cooperativa, bajo el nombre de COPALAR (Cooperativa de Servicios Múltiples Agropecuarios “Productores Agrícolas Lara”).
Legalizada COPALAR, el Centro Gumilla se dedicó con más intensidad al servicio de las 28 Uniones ubicadas en una zona más manejable.
Iniciándose los años 90 fueron quebrando la casi totalidad de cooperativas de caficultores existentes en el país. Razón de ello la desaparición del Fondo Nacional del Café, quien financiaba las actividades económicas, incluyendo la casi total comercialización del café. Copalar fue la excepción. El Centro Gumilla fue un factor importante en este proceso. Merced al continuo trabajo educativo se convenció a los caficultores de que si el Estado no financiaba a la Cooperativa, ésta debía financiarse a sí misma. De manera que se inició un proceso de capitalización de los propios socios. Proceso que todavía sigue en pie. Se aprobó en Asamblea que cada socio individual dejara como capital un 5% del valor del café de su cosecha entregado en la empresa. Capital manejado comunitariamente, pero que pertenece a cada uno de los caficultores. Unos años adelante se decidió aumentar el porcentaje de retención al 10%.
Todo este proceso pudo anotar los siguientes datos para el año 2006:
Todo esto son haberes que de una u otra forma se pueden acreditar en la cuenta del Centro Gumilla de Barquisimeto. Una comunidad campesina organizada en lo económico y en lo social a través de la educación cooperativa. Es el momento en que el Centro Gumilla de Barquisimeto puede redefinir su relación con COPALAR. Pues como ya anunciaba el P. Echeverría allá por el año 1966 nuestra misión debe ser “educar para desaparecer”.