En un mundo tan convulso en el que la palabra «reconciliación» necesita ser aplicada en toda su expresión y dimensión esta historia que vamos a contar es ejemplarizante. Se trata de los centros comunitarios en Siria, una obra de la compañía de Jesús en esa región de guerra.
El reportaje lo tomamos de la página Jesuits Global, aquí nuestra versión.
Tras más de una década de conflicto devastador, Siria se encuentra en un proceso de reconstrucción no solo material, sino también social y espiritual. En este contexto, los centros comunitarios impulsados por el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS, por sus siglas en inglés) han emergido como verdaderos faros de esperanza y reconciliación. Estos espacios, situados en ciudades clave como Damasco, Homs y Alepo, no solo ofrecen actividades artísticas, culturales y educativas, sino que también representan un esfuerzo integral para sanar el tejido social desgarrado por años de guerra y división.
Una visión más allá de la ayuda humanitaria
El compromiso del JRS con Siria comenzó en 2008, pero fue en 2016, en pleno auge de la crisis humanitaria, cuando los jesuitas decidieron dar un paso más allá. La ayuda humanitaria seguía siendo crucial, pero no bastaba para reconstruir el futuro de una nación. La guerra no solo había destruido infraestructuras físicas; también había sembrado desconfianza entre vecinos, fracturado comunidades y profundizado divisiones ideológicas y religiosas.
Conscientes de que el futuro del país recaía en las manos de su juventud, los jesuitas apostaron por crear espacios que fomentaran la confianza mutua, el diálogo y el sentido de pertenencia a una comunidad. Así nacieron los centros comunitarios, concebidos no como simples lugares de actividad, sino como plataformas para la reconciliación y la esperanza.
Centros al servicio de la reconstrucción social
Cada centro comunitario tiene su propia identidad y se adapta a las necesidades específicas del entorno en el que opera. Sin embargo, todos comparten una misión común: derribar barreras ideológicas y promover la cohesión social.
- La Alberto House en Jaramana: Este centro se ha convertido en un refugio para la creatividad. A través de talleres de arte, exposiciones y formación cultural, busca utilizar el arte como un lenguaje universal capaz de trascender divisiones y expresar emociones difíciles de verbalizar.
- La Homs House: Enfocada en la atención pastoral y la catequesis, este centro también actúa como un espacio de encuentro cultural. Su objetivo es superar las divisiones confesionales y unir a jóvenes de diferentes orígenes en torno a valores compartidos como la dignidad y la solidaridad.
- La Alepo House: Con una fuerte orientación hacia la formación educativa, este centro cuenta con una sala de lectura llamada «Study Zone» y programas diseñados para preparar a los jóvenes para el futuro. Es un espacio donde se fomenta la reflexión crítica y se siembran las semillas del cambio social.
El desafío de la transición
Hoy, con la caída del régimen que durante décadas mantuvo al país bajo un sistema opresivo, Siria enfrenta una nueva etapa llena de retos. En este contexto, los centros comunitarios del JRS adquieren una relevancia aún mayor. No solo son espacios para actividades recreativas o educativas; son laboratorios sociales donde se ensayan las bases para una ciudadanía inclusiva y solidaria.
Los talleres artísticos se convierten en vehículos para transmitir mensajes potentes sobre los desafíos que enfrenta la sociedad siria. La atención pastoral ofrece herramientas para superar divisiones religiosas profundamente arraigadas. Y los programas educativos capacitan a los jóvenes para convertirse en actores responsables del cambio que necesita el país.
Una red joven y dinámica
El corazón de estos centros son los jóvenes sirios. Con su energía vibrante y su capacidad para imaginar un futuro mejor, son los protagonistas indiscutibles de esta misión. Los jesuitas han apostado por despertar conciencias, estimular el pensamiento crítico y reavivar valores éticos que sirvan como cimientos para una sociedad más justa.
En febrero de 2024, el JRS publicó un documento titulado «Nuestra visión», que recoge el compromiso con estos centros comunitarios. En él se subraya la importancia de construir puentes en lugar de muros y de fomentar un diálogo que permita superar las heridas del pasado.
Un enfoque integral
El trabajo en estos centros no se limita a un único ámbito. Desde lo social hasta lo artístico, pasando por lo académico y lo espiritual, el enfoque es integral. Se pone especial énfasis en la hospitalidad, la inclusión, la libertad de expresión y la creatividad. Todo ello con un estilo sencillo que aprecia la belleza en las pequeñas cosas.
Un futuro posible
A pesar de las dificultades, los jesuitas mantienen una visión optimista: creen que es posible reconstruir una Siria basada en la fraternidad y el respeto mutuo. «Soñamos con espacios en los que todos podamos descubrir un horizonte más ancho y profundo», reza uno de los pasajes del documento del JRS. Es una apuesta audaz por devolver al pueblo sirio no solo su dignidad, sino también su capacidad para soñar con un futuro mejor.
En un país donde las divisiones han sido profundas y las heridas aún están abiertas, los centros comunitarios se alzan como lugares donde se cultivan valores esenciales como la confianza, el diálogo y la esperanza. Y aunque el camino hacia la reconciliación es largo y arduo, estos espacios representan un primer paso hacia una Siria más unida e inclusiva.
Porque, como dice el JRS: «Creemos que juntos somos responsables de nuestra Tierra común. Y porque creemos que, a pesar de todo, la esperanza es posible».