Textos desde la libertad: “Me gusta tejer la palabra”
Foto: Pixabay
Pedro Rafael Serrano Toro es un expresidiario convertido en escritor. Cinco libros relatan sus vivencias tras las rejas. La escritura fue su catarsis y la literatura su pase de libertad.
“Doctor, ¿puedo hacerle una pregunta? ¿Por qué cada vez que escribe un libro nuevo le pone una palabra más? ‘Fiebre’, una palabra; ‘Casas muertas’, dos palabras; ‘Oficina número uno’, tres palabras; ‘La muerte de Onorio’, cuatro palabras y; ‘Cuando quiero llorar no lloro’, cinco palabras”, le pregunta Serrano a Miguel Otero Silva.
El escritor sorprendido ante tal comentario se quedó sin palabras, sólo volteó y dijo: “¡Qué vaina, este negrito me supo joder!”.
Así comenzó la presentación de Pedro Rafael Serrano, mejor conocido como “Barrabás”, realizada por el penitenciarista Elio Gómez Grillo el jueves 16 de abril durante el ciclo de conversatorios Las cárceles y la delincuencia organizado por la Fundación Francisco Herrera Luque.
Los elogios a este delgado y pintoresco personaje. Su piel oscurísima contrasta con su blanca y amplia sonrisa que es aguantada por su puntiaguda quijada. Cada historia es relatada con algún desorden, causado por su despiste, y es acompañada por el movimiento de sus cabellos rastafaris y de su risa peculiar parecida a la del perro caricaturesco, pulgoso.
La intervención de “Barrabás” empieza con el recuerdo de las visitas de Miguel Otero Silva a la Cárcel Modelo de Caracas dónde pagaba su condena de 30 años. El escritor lo entrevistó varias veces para lograr darle un matiz real al personaje Victorino Pérez de su libro “Cuando quiero llorar no lloro ”.
“Barrabás” era un preso reconocido por su gran interés hacia la literatura. Su risa picara se antepone al decir que “la culpa de todo esto la tiene Miguel Otero Silva. Me metió en este paquete involuntariamente. A mí me gustaba mucho leer y ya me había leído varios libros de él. Cada vez que él me visitaba yo me sentía chiquitico porque tenía delante de mí a tremendo escritor.”.Autores como Dostoievski, Trotsky, Ramón Díaz Sánchez, Arturo Uslar Pietri, Corín Tellado y Antonio Castro por mencionar algunos formaban parte de su “cama de libros”. La mayoría de los textos eran regalos de los alumnos de Gómez Grillo de Derecho Penal de la Universidad Central de Venezuela. “Cuando ellos iban a visitarnos a las cárceles me preguntaban que qué me hacía falta. Yo les respondía que me trajeran libros y llegué a tener cajas y cajas llenas”.
Gómez Grillo afirma que “Barrabás” entró a la cárcel siendo un analfabeta y salió convertido en escritor. Actualmente tiene 5 libros de su autoría en los que relata sus vivencias como delincuente y las experiencias tras las rejas. Uno de sus libros es titulado “Arturo y otros autores”. Su audacia lo llevó a nombrarlo así por uno de los textos de Arturo Uslar Prieti: “Barrabás y otros autores”.
“Al leer, me gusta el movimiento de las letras. Me atrapan. Escribir es como una catarsis para mí. Me intoxique de libros y esa intoxicación me sirvió para adaptarla a mis impresiones vitales. Me gusta tejer la palabra”, comenta.
El expresidiario recuerda que en una oportunidad logró mandarle una carta a Prieti reclamándole el final de “Danzas Coloradas” y obtuvo una respuesta del escritor disculpándose ante su lector. Y es que “Barrabás es un negro intrépido e inteligente” según Gómez Grillo.Pasó de ser un enemigo público a un escritor, cultor, recreador, tallerista, promotor cultural y Patrimonio Cultural del estado Guárico. Los inicios de BarrabásToda su niñez la pasó internado en retenes de menores. Llegó ahí porque su padrastro lo envió para tener una boca menos que alimentar. Lo que no sabía era que se enviciaría con las experiencias de los niños malas conducto. Nunca duraba en un retén porque siempre se escapaba. Comenzó hurtando carteras y esterillas que, luego vendía para mantenerse. Su ambición creció con el tiempo y aprendió las técnicas de los “sueñistas”.“Yo era flaquito y entraba por todos lados. Entonces, me metía en las casas y en los apartamentos y sacaba las joyas y lo que podía robar. Nunca desperté a nadie. Conocía los ronquidos y cuándo las personas estaban profundas o tenían el sueño ligero. Si como sueñista llegas a despertar a alguien, no sirves para eso. Mejor dedícate a cantante”, comenta entre risas.Un día le ofrecieron un trabajo: atracar a un sastre. Entró, se hizo pasar por un cliente y lo abordó. Sacó su pistola cacha blanca, que según él le traía muchos problemas porque parecía de juguete.
La pistola no causa ninguna impresión en el sastre porque éste era un militar retirado y estaba acostumbrado a los armamentos. Comenzó el forcejeo. “Yo me asusté. No podía creer que, aunque yo tuviese un arma, él siguiera atacándome. Perdí el control. Era él o yo. Y le disparé. Lo maté”, cuenta cabizbajo.Esa fue su única víctima grave y el pase directo para la cárcel. Tenia 24 años de edad y desde hace 13 años era delincuente. Estando en la cárcel, logró escaparse una vez de La Planta ubicada en El Paraíso, Caracas. Y poco a poco, conoció la lectura. “La literatura fue la que me dio cancha para salir de la cárcel”, afirma.Para aquel tiempo, él era uno de los delincuentes más famosos junto a Cruz Mejías. Varios periodistas lo entrevistaban estando en su celda. Uno de ellos fue Víctor Manuel Reinoso, periodista de la revista Elite.Gracias al artículo que Reinoso escribió conoció a su esposa. “Él fue el padrino de mi boda porque él fue el que me metió en eso”, sonríe.
Hilda Ascanio, leyó el artículo y comenzó a escribirle a Barrabas aconsejándolo. Él llevaba 5 años preso y comenzó a devolverle sus cartas. “Al principio yo le escribía una hoja o dos, pero luego le escribía un block entero. Ella me conocía por la prensa y, una vez, le pedí que me mandara una foto de ella. Cuando me llegó la saqué poco a poco como cuando liga jugando cartas. Vi su frente tersa y sus ojos verdes y dije: el negro se sacó la lotería. Ahí me entregué todo a los libros. Comencé a portarme bien y hasta cancelé un plan de fuga que había planeado”, confiesa.
Cumplió 16 años de su sentencia, que era de 30. Salió en libertad en 1977. Su esposa lo es todo para él y para ella, él también lo es. Dejó los hábitos y se casaron en 1965 en la Cárcel Modelo de Caracas. Ella lo apoya en todas las actividades culturales de “Barrabás”. Viven en San Juan de Los Morros. “Pronto esta ciudad será conocida por los `Burros de San Juan`, unos muñecos que creé para que fuesen insignia como los Diablos de Yare para Lara”, comenta.
Su mirada refleja una calma que él mismo dice haber encontrado. Esta Semana Santa realizó la quema número 33 del Judas y siente que, poco a poco, ha aportado un granito de arena para su patria. “Cuando yo salí libre me hinqué de rodillas, miré al cielo y le dije a Dios: le voy a pagar a mi país todo el daño que le hice. Con todo lo que estoy haciendo, siento que le estoy pagando; pero todavía le debo. Y es que vale la pena deberle a Venezuela”, asegura orgulloso Pedro Rafael Serrano Toro, “Barrabás”.
Karina Torres Mota