Texto de la educadora Luisa Pernalete, quien será parte del Encuentro de Constructores de paz. «Todo lo que se dispara termina dañando»
Digo yo, humildemente aquí, desde abajo, desde mi rol de maestra: mejor proponer e impulsar diálogo que proponer o impulsar disparos, sea de lo que sea.
Cuando selecciono mis herramientas para los cursos de promoción de cultura de paz, evito cualquier palabra u objeto que pueda relacionarse con la violencia, pues se sabe que las palabras y las imágenes influyen en nuestras emociones y sentimientos, y estos condicionan nuestras acciones. De manera que si yo pienso en la palabra “disparo”, ésta la asocio -casi inevitablemente- a “bala”, a violencia… a muerte.
Pasa por mi pensamiento la preocupación de muchos educadores, preocupados por los niveles de violencia en las aulas. ¡Hasta liceos militarizados hay en este país por ese motivo!
Pasan también registros de evidencia de las secuelas de la violencia verbal, como aquello que me dijo una vez un niño huele-pega, en Maracaibo: “Mire, si a uno le dan un golpe, le sale un morao, le duele y luego se quita, pero cuando a uno lo insultan, le dicen ¡desgraciado!, eso se queda en el corazón, y cuesta mucho borrarlo, y duele, duele mucho”.
Pasan las afirmaciones de las madres de comunidades populares, que lloran al recordar frases dolorosas escuchadas en su infancia de pequeñas.
También recupero experiencias positivas gracias al diálogo, que supone escucha y reconocimiento del otro, que supone voluntad para resolver conflictos por vía pacífica, como esa experiencia, que merece el Premio Nobel Venezolano de la Paz, de las madres de Catuche, en Caracas: cambiar balas por diálogo les ha permitido disfrutar de casi 3 años sin muertes violentas. ¡Generan envidia sana en muchas comunidades venezolanas!
Pasa por mi mente el poema de Benjamín González Buelta –Una Palabra– que según él, puede ser “mano extendida para el que nada tiene… punto de apoyo para saltar el abismo… mirada tierna que acerca y abraza… rubor en la mejilla del que se ama”. ¡Eso pueden ser las palabras!
Si, humilde pero definitiva mi convicción de maestra: mejor dialogo que disparos, pues no se disparan saludos, ni bendiciones, ni piropos, ni consejos. Todo lo que se dispara termina dañando, hiriendo y hasta matando. Ni siquiera las flores pueden dispararse, pues el tallo podría abrir una herida en un rostro, y la rosa perdería sus pétalos en el trayecto.
¿Qué cree usted?