Cinco décadas han pasado desde que el p. Arrupe s.j., entonces general de la Compañía de Jesús en el mundo, viera la necesidad de crear en cada una de las provincias jesuitas un secretariado para atender de manera más profunda y articulada la misión cristiana al servicio de los más pobres y excluidos de la sociedad.
En Venezuela, el apostolado de justicia social y ecología, mejor conocido como el sector social, tiene una historia propia que ha ido respondiendo al contexto de cada tiempo, atravesando cambios importantes en el modo de ver y hacer con los otros. Para los jesuitas de la época, este viraje implicó grandes desafíos paradigmáticos, en un contexto eclesial institucional que también experimentaba una transformación en la manera de entender el evangelio, tras los planteamientos realizados en el Concilio Vaticano II.
Para rememorar lo que han significado estos 50 años en Venezuela, las obras de la Compañía de Jesús viculadas al sector social se encontraron en un seminario que permitió hacer un recorrido histórico por los grandes hitos que han marcado estos años de trabajo y lo que esto ha significado para cada organización. También fue un espacio para reflexionar sobre los retos del presente y el futuro, en el marco del complejo contexto venezolano.
La jornada de todo un día, que se llevó a cabo el 25 de octubre en la Casa Loyola del colegio San Ignacio en Caracas, contó con la participación de más de 80 personas entre sarcedotes y laicos vinculados al trabajo de los jesuitas en Venezuela.
La apertura estuvo a cargo de los padres Manuel Zapata s.j., director de la Fundación Centro Gumilla y coordinador del secretariado, y de Rafael Garrido s.j., pronvincial de la Compañía de Jesús en Venezuela. Quienes dieron la bienvenida recordando la importancia de esta instancia y su contribución a la misión global de la Iglesia.
Gracias a las bondades de la tecnología, el sacerdote venezolano Arturo Sosa s.j., padre general de la Compañía universal, participó a través de un video donde animó a los presentes a “profundizar en el compromiso de hacernos compañeros en una misión de reconciliación y de justicia en la actual compleja y dolorosa situación del pueblo de Venezuela”. También recordó lo clave de las Preferencias Apostólicas Universales (PAU) de los jesuitas, como marco de orientación para “enfrentar con fe, ánimo y esperanza, los inmensos desafíos” del contexto actual nacional y internacional. Para ello, instó a hondar en la fe y dejar “que sea el espíritu quien los guíe para que sean capaces de integrar todas las dimensiones del apostolado social e integrarse en redes para ser más eficientes”.
La actividad inició con la presentación del padre José Virtuoso s.j., rector de la Universidad Católica Andrés Bello, quien compartió elementos clave sobre cómo la Compañía de Jesús ha entendido la justicia social en Venezuela durante estos 50 años. Habló de un primer período, entre 1938 y 1968, marcado por la preocupación por la “cuestión social” desde un compromiso muy activo con los pobres y sus posibilidades. El segundo período, de 1968 a 1998, donde hubo un viraje eclesial y de la Compañía de Jesús, tras el Concilio Vaticano II, el encuentro entre obispos en Medellín y el documento de Río, así como el liderazgo del p. Pedro Arrupe s.j. Lo que permitió ir asumiendo la injusticia como una situación de pecado estructural y violencia institucionalizada, que había que transformar. Un tercer período, entre los años 70 y 90, que conllevó a un proceso de inserción en el mundo popular, “hicimos del mundo de los pobres nuestro mundo de interés y preocupación”, y esto se convirtió desde entonces en algo constituvo de la provincia de Venezuela, “una apuesta por la construcción de una sociedad de justicia para todos”.
Por su parte, el p. Alfredo Infante, director de la revista SIC y párroco de comunidad eclesial San Alberto Hurtado en La Vega, Caracas, compartió su expriencia personal en modo autográfico, destacando la influencia de esta apuesta por lo social en su vida. Desde niño, como hijo de inmigrantes colombianos y proveniente de una comunidad popular marabina no le tocó fácil, pero el ejemplo de su madre y las orientaciones del p. Acacio Belandria s.j., de quien supo era jesuita muchos años después en una convivencia vocacional, fueron de gran importancia para hallar su misión no solo como sacerdote, sino como educador y comunicador al servicio de los más pobres.
insostenibilidad en el uso y manejo de los recursos naturales; 3. el deteriorLa tercera ponencia abordó el tema ecológico, reciente incorporación dentro del apostolado, como nueva forma de comprender la justicia social vinculada también al cuidado de la casa común. “El desafío ambiental en el Apostolado Social” fue el título que Joaquín Benitez, director de Sustentabilidad y Ambiente de la UCAB, abordó durante su exposición. Comenzó con una pregunta que muchos se hacen en el contexto actual: “¿Hay que preocuparse por el tema ambiental en medio de una crisis humanitaria?”. La respuesta a esta interrogante fue, sin lugar a dudas, afirmativa, “no se puede hablar de dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental”. Esto se sustenta fundamentalmente en que: 1. Hay un deterioro y afectación de distintos componentes del ambiente en Venezuela (suelo, agua, aire), somos un país contaminado, caldo de cultivo para las enfermedades; a esto se suma 2. la o y precariedad de la institucionalidad y gobernanza ambiental; y, en consecuencia, 4. la desantención a los grandes desafíos ambientales mundiales, como lo es el cambio climático, que afecta, entre otras cosas, la agricultura y ganadería. Benitez asegura que esta situación debe ser motivo de preocupación, pero, sobre todo, de ocupación no solo de las personas, sino de las organizaciones y de los Estados, “la gente está en el centro de todo. Son la causa, pero también la solución al problema”.
La mañana culminó con la presentación de dos experiencias. La primera estuvo a cargo de Adle Hernández, directora de Proyección y Relaciones Comunitarias de la UCAB, quien hizo un recorrido histórico sobre los inicios y la evoluación del trabajo que se hace desde el Vicerrectorado de Extensión Social de la Universidad, cómo comenzó esta labor, y aspectos metodólogicos de abordaje comunitario, así como qué significa ser una universidad ignaciana de inspiración cristiana. Lo que inició hace muchos años como acciones concretas de voluntariado en comunidades populares de Caracas hoy abarca una extensa variedad de programas y proyectos que se llevan adelante para que la comunidad universitaria esté en permanente contacto con las realidades de injusticia social que se pretenden transformar a través de la academia. Entre ellas están: cátedras institucionales (Sustentabilidad Ambiental e Identidad, Liderazgo y Compromiso), investigaciones como la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI), el Proyecto Valores, la inclusión de 35% de estudiantes con algún tipo de beca de ayuda económica, el centro de Salud Santa Inés, entre otras iniciativas.
La segunda experiencia la expuso Héctor Escandell, subdirector de comunicaciones del Instituto Radiofónico Fe y Alegría. Quien abordó la importancia de las comunicaciones en la misión, desde la experiencia de la radio educativa popular. “Provocar la movilización social ante las situaciones de opresión que generan injusticia” es uno de los objetivos que se han propuesto llevar adelante, a través del anuncio y la denuncia, dando insumos para el análisis y la relfexión de las realidades que contribuyan al desarrollo de una conciencia crítica del contexto para ejercer de mejor manera la ciudadanía. Para ello, cuentan con más de 20 emisoras de radio a nivel nacional, en poblaciones como: Machiques, Paraguaipoa, Tucupita, Guasdualito, entre otras. También gestionan un portal web de noticias y una cuenta de Twitter donde difunden la información de sus espacios informativos radiales. Además, producen dos programas de televisión en el estado Zulia. Y lo más importante, cuentan con la voluntad y la motivación de más de 67 comunicadores populares en todo el país.
Durante el descanso del almuerzo, la coral del Instituto Universitario Jesús y Obrero de Catia animó a los presentes con la interpretación de varias piezas musicales. Asimismo, las danzas folclóricas de un grupo de niñas del colegio la rinconada de Fe y Alegría amenizaron el almuerzo su talento y carisma.
La tarde inició con la presentación del P. Pedro Trigo s.j. Con sus más de 30 años de aportes al sector social, desarrolló los momentos más resaltantes en la historia del apostolado, en los que él identifica cuatro etapas: 1. La separación de planos, que se destacó por una notable distinción entre las labores como sacerdote, por un lado, y por el otro, el trabajo como profesional dentro de las obras de la Compañía; 2. el paradigma fe y justicia desde la inserción, que se manifestó a través de la creación de opinión pública alternativa y haciéndose uno más en comunidades populares, viviendo y acompañando a sus habitantes; 3. el colapso del movimiento de base y la corporativización, que implicó la resistencia y ahondamiento en la consistencia personal y la solidaridad; y, por último, 4. la presencia orgánica y comunidades de solidaridad, que marcó un modo de proceder característico en la misión, no como doctrina aplicada sino como reconocimiento mutuo y colaboración, no como mero trabajo intelectual y social pastoral y espiritual, sino la integración de estos cuatro elementos, además de la inserción de laicos y el paso de ser solo obras a ser una red, incluyendo a colaboradores y aliados, compañeros de misión.
Las últimas dos presentaciones fueron del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) y el Movimiento Juvenil Huellas. Por el SJR, Rocío de Los Ríos y Rosenry Villegas contaron su experiencia con jóvenes a quienes han estado acompañando trabajando temas como reconciliación, historia de vida, trabajo en equipo, duelo personal, permitiéndoles expresarse y trabajar las emociones y sentimientos negativa que les genera el contexto actual y cómo no dejarse llevar por el desánimo y la desolación ante circunstancias adversas.
Por su parte, el p. Robert Rodríguez s.j., director de Huellas, abordó el trabajo que realizan con jóvenes, empoderándolos y motivándolos a que se comprometan con su entorno. Que se miren como personas capaces de influir y transformar la realidad. Uno de los retos que se platean es promover la superación de la exclusión a través de la ciudadanía y el liderazgo juvenil. “Vamos a llevarla en paz”, es una de las iniciativas que promueven para ello. Es una actividad comunitaria y recreativa que realizan todos los años en el barrio la Vega, en Caracas, donde buscan que diversos actores sociales del barrio participen y pongan en común sus saberes y quehaceres en pro del beneficio de todos sus habitantes.
El encuentro culminó con la celebración eucarística, en acción de gracias por los los 50 años de trabajo continuo del apostolado de justicia social y ecología, donde se pidió la fortaleza y sabiduría para responder con coherencia a la misión en la construcción de un mundo más justo y humano.