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“Es urgente una conversión en todos los sectores del país”

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La Red de Acción Social de Iglesia (RASI), en el XII Encuentro de Constructores de Paz, hizo un llamado a todos los sectores de la sociedad venezolana a “superar el pecado estructural” que nos permita salir de la grave crisis que vive el país.

“Entendernos como hermanos” fue el lema del doceavo Encuentro de Constructores de Paz que se realizó, por segunda vez consecutiva, en modalidad virtual este viernes 28 de mayo, y que congregó a más de 250 personas vía zoom para reflexionar sobre la convivencia posible desde una mirada cristiana.

Como es costumbre, el evento contó con dos ponencias principales, la primera del teólogo Rafael Luciani, quién explicó cómo comprender el diálogo y la negociación desde la encíclica Fratelli Tutti; y, la segunda, más abocada al análisis de los riesgos y amenazas a la convivencia democrática en el contexto venezolano, que estuvo a cargo de la historiadora y analista política Margarita López Maya.

En medio de las ponencias, las organizaciones sociales que conforman la Red de Acción Social de la Iglesia (RASI), hicieron llegar su sentir a través de un comunicado público donde llamaron a cada venezolano a ser parte de la solución “dando vida en medio de la adversidad”, “construyendo redes de solidaridad que transformen”, “recapacitando y cediendo privilegios y posiciones a favor del bien común”.

Por eso, en “este contexto de violencia generalizada, que está matando a nuestro pueblo”, manifestaron lo importante que ha sido para estas organizaciones “contar con una experiencia de fe”, con una relación fraterna y cercana con “el Dios de la vida” que, finalmente, es el motor que las inspira en el día a día para que, a pesar de la adversidad, puedan ofrecer espacios de construcción colectiva, inclusivos, que “respondan solidariamente al llamado de Jesús”.

Su reflexión es una alerta a la acción “para que logremos como sociedad una concertación que restablezca el Estado de derecho y garantice la vida y la dignidad humana de todos los venezolanos” (ver comunicado completo adjunto).

Re-conocernos y re-encontrarnos con el otro

El sacerdote Jesuita Manuel Zapata, director de la Fundación Centro Gumilla, dio la bienvenida destacando lo valioso de este tipo de espacios, y rescatando la importancia del diálogo como una práctica fundamental para el entendimiento entre los diversos actores de la sociedad civil, que aspiren a una alternativa superadora de la situación actual.

Hizo un llamado urgente “principalmente al gobierno y a los grupos de oposición a que busquen formas de entendimiento para la solución de la crisis venezolana”. Recordando que esto pasa por el reconocimiento entre unos y otros, como hermanos, “hijos de un mismo Dios y de una misma patria”. Y poniendo en el centro a los más pobres, a los que sufren, a los migrantes y, en general, a los descartados del mundo.

Diálogo y negociación en la Fratelli Tutti

Por su parte, la presentación del doctor Rafael Luciani, se centró en una mirada al diálogo y a la negociación desde la encíclica Fratelli Tutti. Aseguró que todo parte de entender que “nadie se salva solo” y que esto es así porque la propuesta de Jesús es de fraternidad y hermandad, es una opción humanizadora “y lo humano implica ampliar el círculo de aquellos que están en mi entorno”, que según Luciani, no son solo aquellos con los que se concuerda, sino también aquellos con los que disiente. Explicó que lograr esto no es fácil, porque “implica una opción, un esfuerzo… podemos ser hermanos amigos o enemigos, pero siempre hermanos”.

Para el teólogo, la clave del modelo de convivencia que propone la Fratelli Tutti se encuentra muy bien expresada en la parábola del buen samaritano, dónde la pregunta central es “quién es mi prójimo”, “con quién he de construir ciudadanía” para recuperar el vínculo social roto. Explica que, en la parábola, el buen samaritano, es aquel que buscar restituir al otro, y que esta acción nos permite reflexionar y preguntarnos sobre cómo estamos actuando, si como el que se conduele del otro o como el que pasa de largo, “de forma indolente”.

“Abrirnos a otros, caminar hacia la reconstitución de nuestra propia humanidad. Promover al otro como sujeto con dignidad y no como objeto, receptor de dádivas”, es el tipo de liderazgo que propone la encíclica, interpreta el teólogo.

Por esto, insta Luciani “no debemos dar a nadie por perdido”. Además, recuerda que “no hay punto final en la construcción de la paz social”, y que para lograrla hay que “romper el círculo vicioso… para que la víctima no se convierta en victimario”. Para ello, es necesario “poner la persona en el centro…, y huir de la tentación de la búsqueda de venganza”.

Amenazas y riesgos a la convivencia democrática

Otra arista importante para comprender qué se necesita para caminar hacia la construcción de la paz en Venezuela la aportó la doctora Margarita López Maya, quien comenzó su disertación con un diagnóstico actual de la convivencia democrática. 

López Maya, recordó que ya había una fractura en la sociedad y una crisis antes de que el chavismo llegara al poder, pero que sin lugar a dudas esta “brecha” se habría acentuado en los últimos 20 años. Que gobierno actual “autoritario… de rasgos sultánicos” ha llevado al país a una polarización no solo política, sino también social, que divide a los venezolanos entre “héroes y villanos”, “malos y buenos”, y que se ha absolutizado como la única alternativa viable.

Esta práctica oficial, explica López Maya, convierte a la lucha política en una lucha épica, “y empiezas a no ver al otro como igual a ti, si no como un ser que daña, produciendo un déficit de convivencia social, intolerancia, discriminación. Los buenos tienen derechos los malos no. El gobierno tiene una lógica de amigo o enemigo, no de adversario político”.

Ante esta realidad, entonces “¿cómo podemos construir una visión no polarizada de la sociedad desde el respeto y la tolerancia a las diferencias”, interpela la historiadora. Asegura que hay que aprovechar cualquier rendija que deje el gobierno para llevar estas propuestas a la sociedad porque, “la única vía hacia el cambio es a través del diálogo gradual y secuencial. En este juego suma cero, en el germen de la polarización, nos quedamos sin nada.”

Viviendo la solidaridad

Otro espacio destacado del encuentro fue la presentación de cuatro de las experiencias de solidaridad que llevan adelante varias organizaciones de la RASI. La primera fue la del Servicio Jesuita para Refugiados (JRS), quienes compartieron un video con testimonios de los participantes del proyecto forjadores de esperanza y reconciliación que lleva adelante esta institución en la frontera. Luego, desde la Fundación Centro Gumilla, Matilde Polanco desde el estado Zulia narró la historia sobre cómo la comunidad logró organizarse, a pesar de sus diferencias, para buscar soluciones a sus problemas de agua y su proceso de construcción del tejido social, como base de sus logros.

Desde la Asociación Venezolana de Centros de Salud (Avessoc), se mostró la iniciativa de uno de sus espacios en Catia, que es liderado por la congregación de los hermanos salvatorianos y que atiende, a través de sus programas, a los sectores más vulnerables de la comunidad. Por último, el Grupo Social Cesap presentó su programa de participación ciudadana para el mejoramiento de la calidad de vida.

El evento también contó con un espacio para la participación en pequeños grupos, donde los asistentes compartieron sus opiniones sobre las ponencias que fueron posteriormente socializadas en plenaria, a modo de resumen, con el resto de los equipos. 

Casi al cierre, como ya es tradición en los encuentros, la profesora Luisa Pernalete acompañó el ocaso de la jornada con sus creativas rimas alusivas al evento y en honor a la cruz mayo.

Una apuesta por la cultura del encuentro

Finalmente, monseñor José Luis Azuaje, reforzó con su mensaje la apuesta de la Iglesia por la cultura del encuentro. Dijo “es un tema que tiene que ver con la esencia del ser humano. Somos seres sociales por naturaleza. No podemos vivir como islas porque, como dice el papa Francisco, todo está relacionado e integrado”.

Monseñor comentó que, aunque esta forma de vivir e interactuar con el otro debería ser lo cotidiano, a veces quienes están en posiciones de poder lo que hacen es generar procesos de exclusión. Por eso, anima siempre a trabajar como Iglesia unida que escucha y construye unidad desde la diversidad, “una unidad reconciliada en los diferentes puntos de vista”. Y agregó: “tenemos que asumir como sociedad civil y como Iglesia la búsqueda del diálogo”, aunque sea un término que se ha satanizado.

Para ello, dijo, deben prevalecer 3 condiciones: primero, el deber de identidad, donde se respete a cada quien desde lo que es, que no se actúe para complacer a otro; segundo, la valentía de alteridad, es decir, no tratar al diferente como enemigo; y, tercero, las buenas intenciones, para que exista confianza y apertura.

Monseñor José Luis Azuaje, se despidió “Pidiéndole a Dios que nos ayude en esta aventura de encontrarnos”.

Por: Gestor de Contenidos Digitales
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