En el corazón de la Parroquia, un semillero de transformación está echando raíces. No es un proyecto impuesto desde fuera, sino un producto de la revisión y conversación entre miembros de los talleres de formación propuestos por la Fundación Centro Gumilla y que priorizaron unir esfuerzos entorno a su centro neural, su plaza Bolívar. El programa de Enseñanza Social de la Iglesia.
Desarrollado entre junio a agosto del año 2025 viene a ayudar el espacio comunitario el cual ha encontrado un eco vibrante en la colaboración entre vecinos, el Párroco, Presbítero Eduar Molina, el Colegio Arzobispo Salas a través de su director José Altuve, la Red de Veedor@s de DDHH de la Parroquia con la Participación de lideres como Eunice Barroeta, Elizabeth Sosa, Jose Gregorio Delgado, otras organizaciones comunitarias en proceso de vinculación, quienes todos en conjunto suman esfuerzo para la formación, capacitación y generación de alianzas y fortalecimiento de lazos de trabajo.
Esta iniciativa, más que un simple ciclo de talleres, es un proceso de formación vivo y participativo. Su objetivo es claro y poderoso: dotar a los miembros de la comunidad de las herramientas necesarias para ser agentes de cambio activo en la construcción de un entorno más justo, solidario y pacífico.
Una alianza que fortalece
La fuerza de este programa reside en la sinergia de sus actores. Los vecinos y vecinas aportan la realidad cotidiana, las necesidades palpables y el deseo genuino de mejorar su calidad de vida. El Colegio Arzobispo Salas abre sus puertas y contribuye con su experticia pedagógica y espacio para que los estudiantes y personal participen desde el proceso de vinculación socio educativa (conocida popularmente como labor social) para transitar en la formación no solo buenos estudiantes, sino también buenos ciudadanos. Por su parte, la Red de Veedor@s de DDHH brinda un marco esencial, enseñando a conocer, defender y promover los derechos y deberes desde la base, fortaleciendo así el tejido social.
Formación para incidir y transformar
Las sesiones de formación se convierten en un espacio de diálogo fecundo. Partiendo de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia—como la dignidad de la persona, el bien común, la opción preferencial por los pobres y la solidaridad—los participantes analizan juntos los desafíos de su comunidad. Aprenden a identificar problemas, a proponer soluciones concretas y a organizarse para incidir de manera pacífica y constructiva en la mejora del barrio.
“Esto ha sido como prender una luz”, comenta una de las participantes, miembro de la comunidad. “Ahora sabemos que juntos tenemos no solo el derecho, sino también la capacidad de trabajar por una comunidad mejor. No nos estamos quejando desde afuera, estamos construyendo desde adentro”.
Enseñanza Social de la Iglesia: un camino que recién comienza
El proceso, que continúa su marcha, ya empieza a mostrar sus primeros frutos. Se percibe un renovado sentido de pertenencia, una comunicación más fluida entre los habitantes y una confianza creciente en que el cambio es posible cuando se actúa en unidad.
Esta experiencia en la Parroquia de Mérida es un testimonio esperanzador de cómo la fe, la educación y la defensa de la dignidad humana pueden conjugarse para generar una transformación social real y duradera. Es un recordatorio de que la comunidad, cuando se une con un propósito común, se convierte en la principal arquitecta de su propio futuro.