El 13 de marzo de 2013, el mundo conoció a Jorge Mario Bergoglio, un cardenal argentino que, con un simple «Buonasera», marcó el inicio de un pontificado que quedará grabado en la historia. Elegir el nombre Francisco, inspirado en San Francisco de Asís, no fue casualidad. Desde el primer momento, el Papa ha mostrado un liderazgo humilde, cercano y profundamente comprometido con los desafíos del mundo contemporáneo.
En estos doce años, Francisco ha escrito encíclicas y exhortaciones que no solo hablan a los fieles, sino que interpelan a toda la humanidad. Textos como Evangelii Gaudium (2013) invitan a una Iglesia «en salida», comprometida con los más vulnerables y crítica de las estructuras económicas que perpetúan la pobreza. Con Laudato Si (2015), el Papa alzó su voz por la «casa común», vinculando la crisis ecológica con la injusticia social y llamando a una conversión ecológica urgente.
En Amoris Laetitia (2016), Francisco reflexionó sobre los desafíos de las familias modernas, enfatizando la misericordia y el acompañamiento por encima del juicio. Luego, en plena pandemia, Fratelli Tutti (2020) se convirtió en un llamado a la fraternidad universal en un mundo dividido, destacando la necesidad de construir puentes en lugar de muros.
El Papa también ha puesto su mirada en regiones específicas, como en Querida Amazonia (2020), donde defendió los derechos de los pueblos indígenas y denunció la explotación ambiental. Más recientemente, con Laudato Deum (2023), Francisco reafirmó la urgencia de actuar frente a la crisis climática, combinando espiritualidad y acción concreta.
En cada uno de estos textos, Francisco ha demostrado ser un líder que no teme abordar temas incómodos. Su encíclica Dilexit Nos (2021) subrayó la necesidad de redescubrir el amor como fuerza transformadora en un mundo marcado por el individualismo y las desigualdades.
Estos doce años han sido un tiempo de renovación para la Iglesia Católica. Francisco nos ha recordado que la fe no es solo un conjunto de rituales, sino un llamado a transformar el mundo con justicia, solidaridad y esperanza. Su mensaje es claro: no basta con soñar; es necesario actuar.
Hoy celebramos no solo su liderazgo, sino su invitación constante a construir un mundo más humano y fraterno. Porque, como él mismo nos enseña, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay espacio para la esperanza y el cambio.