En un escenario tan crítico como el que viven los venezolanos actualmente es de vital importancia contar con momentos para el discernimiento y la reflexión, para recargar energías, en especial, cuando el acompañamiento y apoyo a otros en situaciones más complejas es la misión. Por eso, desde la Red de Acción Social de la Iglesia la Fundación Centro Gumilla ha estado impulsando el desarrollo de convivencias que faciliten este tipo de experiencias. Este 12, 13 y 14 de junio se realizó una de estas jornadas en la casa de retiro Quebrada de la Virgen, en los Teques, estado Miranda.
Una casa apartada del ruido citadino y con clima de montaña. El verdor de la grama y las nubes ocultando el azul del cielo. Así pasaron dos días en las montañas del estado Miranda un grupo dispuesto a desconectarse de su rutina y compartir de una convivencia. 22 personas, en su mayoría docentes, participaron del encuentro de formación, dirigido por el padre Robert Rodríguez s.j.
Esta convivencia forma parte de los espacios que se ofrecen para el personal de las obras de la Compañía de Jesús y organizaciones de la Red de Acción Social de la Iglesia (RASI). El objetivo de estos encuentros es el fortalecimiento espiritual de la persona y ofrecer herramientas para el autocuidado, que promuevan el bienestar y le permitan mantener una actitud positiva ante la vida, a pesar de la situación que estamos atravesando en Venezuela.
“Fue un momento para desconectarme de la realidad que estamos viviendo y conectarme conmigo misma, escuchar mi voz interior”. Este es un testimonio que ofreció una de las participantes. “Ante tantos problemas es difícil escucharnos, aquí aprendí herramientas que podré poner en práctica y que compartiré en mi familia y con mis compañeros de trabajo”, señaló.
El encuentro tuvo espacios para el discernimiento personal, a través de escritura creativa; para escuchar lo que dice el cuerpo, a través del diálogo corporal; para verbalizar el sentir y pensar, a través de grupos de apoyo. Asimismo, hubo tiempo dedicado al contacto cercano con Dios, a través de la escritura de un salmo y reconectarnos con nuestros ancestros, por medio de un ejercicio de recapitulación de aprendizajes que hemos heredado de familiares.
El contacto con la naturaleza no podía faltar en un lugar donde el trinar de los pájaros es el despertador mañanero. La caminata del silencio permitió respirar aire puro y cargar el cuerpo y le Espíritu de energía. Después de dos días de crecimiento y aprendizaje, el grupo manifestó su agradecimiento y la importancia de ofrecer estos espacios que permiten fortalecer cuerpo y mente para seguir al servicio de otros, que es uno de los pilares fundamentales de las obras de acción social de los jesuitas y otras organizaciones de la iglesia en Venezuela.