Uno de sus grandes aportes a la educación en Venezuela, “fue la creación de las Olimpíadas en Matemáticas y Lengua, luego en historia, hasta convertirlas en una iniciativa de gran ayuda para estimular el aprendizaje de los adolescentes”, propuesta que surge mientras vivía en la comunidad de La Vega, en Caracas
En la mañana del 17 de julio de 2024, la noticia corrió por el mundo académico y los centros de formación y trabajo social de la Compañía de Jesús, entre otros lugares de la iglesia en Venezuela: “¡Ha fallecido el padre Wyssenbach!”. Se trata de Jean Pierre Wyssenbach, el sacerdote jesuita que, próximo a cumplir 83 años, en las primeras horas de ese día, debió salir para ver a su “querido amigo”, Jesucristo, con la esperanza de la vida eterna.
Wyssenbach nació el 14 de octubre de 1941 en el país Vasco (España) y llegó a Venezuela en 1960, para convertirse en “un educador y jesuita excepcional”, como lo describió el padre Francisco Javier Duplá Bernal, con motivo del Doctorado Honoris Causa en Educación que recibió el 5 de abril de 2016, en la Universidad Católica Andrés Bello.
Escribió en la revista SIC desde 1965
“El padre Wyssenbach fue quizás uno de los educadores más conocidos y queridos desde que pisó tierras venezolanas”, comentó el padre Jesús María Aguirre (SJ) en la Coordinación de Comunicaciones de la Fundación Centro Gumilla, mientras compartía la nota de duelo.
“Fue un gran colaborador en nuestro Centro y escritor de la revista SIC, destacando en muchos artículos por su compromiso con una educación popular y de calidad, plasmando además las vivencias en las barriadas. Siempre lo vamos a recordar”, expresó Aguirre.
Efectivamente, un breve recorrido por la Gumiteca del Centro Gumilla, permite conocer que uno de sus primeros artículos publicados en la revista SIC data de 1965 y fue titulado: “El misterio pascual”, recogido en el Volumen 28, N° 274, págs.179-181 de dicha revista.
“Ingresó a la Compañía de Jesús el 7 de septiembre de 1958, llega a Venezuela en 1960, se ordena el 12 de julio de 1970. Luego de una larga formación académica entre Latinoamérica y Europa para especializarse en teología, estudios bíblicos y filosofía regresa a Venezuela como profesor en el Colegio San Ignacio de Loyola en Caracas y Los Teques”, dice la ficha de autores en el portal del Centro Gumilla.
Se radicó en el sector La Vega de Caracas, desde 1976. Motivado por el Sector Social de la Compañía de Jesús en Venezuela decide acercarse al mundo de los pobres. Fueron más de treinta años animando y acompañando a las familias de este sector popular.
Fue fundador del grupo Utopía de La Vega, que nace como una iniciativa para ayudar a los niños y jóvenes del sector en sus estudios. Este grupo invita a los jóvenes a inscribirse en el liceo y escuelas de vacaciones cuando lo necesitan, animándolos para que participen en las Olimpíadas de matemáticas y castellano, original creación que sirve para estimular el deseo de estudiar y formarse bien en los alumnos de las escuelas oficiales y privadas, con la colaboración de maestros y jóvenes voluntarios que imparten clases de recuperación.
“Su gran preocupación ha sido la calidad de la educación en Venezuela, con su estilo pedagógico da fe de la educación ignaciana”, refiere el portal.
Estuvo residenciado en la parroquia San Ignacio en Maturín (Monagas) desde el año 2007, siendo profesor de sagrada escritura en el Seminario Diocesano y miembro del equipo de apoyo a la evangelización. Fue, además, organizador de las Olimpiadas de matemáticas, castellano y geografía en Monagas; y coordinador de la Pastoral Educativa y Penitenciaria Diocesana. En el año 2016 le fue concedido el doctorado Honoris Causa en Educación por la Universidad Católica Andrés Bello.
Ramón Antonio Pérez
Fundación Centro Gumilla
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WYSSENBACH: EDUCADOR Y JESUITA EXCEPCIONAL
Por su importancia y para recordar de manera más amplia al jesuita de Venezuela, también se ha consultado el portal El Ucabista (5 de abril de 2016) de donde se ha extraído el artículo “Wyssenbach: educador y jesuita excepcional”, del padre Francisco Javier Duplá, quien deja para la posteridad detalles en la vida del educador y sacerdote.
“De padre suizo, Henri, y madre de Tolosa (Guipúzcoa), Eugenia. Hablar sobre Jean Pierre Wyssenbach es una osadía a la que yo me atrevo por ser su amigo desde hace muchos años.
He mencionado a sus padres, a los que no tuve el gusto de conocer, porque fueron el modelo de una familia cristiana como las que hacen mucha falta en estas sociedades de ahora. Tuvieron seis hijos, de los cuales dos ingresaron en una orden religiosa: Jean Pierre y su hermana Maite, de la Presentación de María. El ambiente familiar, cálido, religioso y abierto al mundo le ayudó a convertirse en lo que es ahora y ha sido siempre, un hombre inteligente, interesado por todo, buen religioso, atento a los demás, de gran iniciativa y de gran capacidad de servicio. Y, por supuesto, con una memoria extraordinaria, que es lo que más admiran los que lo conocen.
Ya ordenado de sacerdote, después de estudiar Sagrada Escritura en Roma y mientras vivía en la comunidad de los jesuitas en Santa Mónica, decidió acercarse al mundo de los pobres y pasó a vivir en la comunidad de jesuitas obreros de La Vega a partir del año 1980 y hasta el 2007. Fueron 27 años de correrías por todos los callejones y veredas conociendo a las familias e invitando a los jóvenes a inscribirse en el liceo de vacaciones cuando lo necesitaban, animándolos para que participaran en las Olimpíadas, original creación de Jean Pierre, que sirve para estimular el deseo de estudiar y formarse bien en los alumnos de las escuelas oficiales y privadas.
Entre estudios y comunidades
Con Jean Pierre he convivido en dos períodos: en los estudios de Teología durante cuatro años en Alemania y posteriormente durante siete años en la comunidad de Los Cangilones de La Vega. En los estudios de teología nos acercamos humildemente a ese gran misterio amoroso que es Dios, que nos quiere a cada uno y nos anima a ser como Jesús. Allá ayudábamos con una misa semanal y visitas a los barracones donde vivían muchos trabajadores españoles que buscaban en Alemania mejores condiciones de vida. Fueron nuestras primeras tareas como estudiantes de Teología y luego como sacerdotes.
En La Vega tuvimos la desagradable experiencia de que la Guardia Nacional nos llevara presos a los cinco que vivíamos allí: Luis Ugalde, Wyssenbach, Wilfredo González, Raúl González y yo. Nos acusaron, y eso era una excusa y no la verdadera razón, de ser los promotores del caracazo en febrero de 1989… Esa experiencia nos unió más y nos afianzó en la idea de que vivir entre los pobres y trabajar por ellos molesta a los que no quieren que las cosas cambien, que las desigualdades sean reducidas y, si es posible, eliminadas.
En la comunidad de La Vega inició Jean Pierre el grupo Utopía, jóvenes de los últimos años de bachillerato que ayudaban a los más pequeños durante las vacaciones. Allí tuvo Jean Pierre la creatividad de montar las Olimpíadas en Matemáticas y Lengua, luego en historia, hasta convertirlas en una iniciativa de gran ayuda para estimular el aprendizaje de los adolescentes. Esta iniciativa la ha llevado al oriente del país, a Monagas y Delta Amacuro, de manera que ahora las olimpíadas son una realidad nacional.
Educador de vocación
Jean Pierre no es un educador de título –licenciado o profesor–, sino un educador de vocación plena, que ha desarrollado el ideal de lo que significa la vocación docente a lo largo de toda su vida. Los maestros y profesores que tratan con él, antes en La Vega y en la Universidad Católica, ahora en Maturín, lo dicen:
Wyssen es el mejor maestro que hemos conocido
Él sabe encarnar el ideal de lo que significa ser educador. La finalidad de una educación como la que necesita el país es preparar a los niños y jóvenes para una vida digna y socialmente productiva. Jean Pierre ha hecho realidad en su vida el ideal de la educación jesuita.
Otra forma de expresar lo que es la educación de la Compañía de Jesús la ha formulado el padre Kolvenbach y ya se ha hecho conocida por todos: debemos formar alumnos conscientes, competentes, compasivos y comprometidos. Creo que esta formulación expresa muy bien el esfuerzo de Jean Pierre por una educación de calidad intelectual, humana y espiritual. Veamos esas características:
Conscientes, es decir, conocedores del mundo que vivimos, con los pies en la tierra, con una visión globalizada e interrelacionada. En eso se ha esforzado Jean Pierre y los numerosos colaboradores que ha ido consiguiendo todos estos años.
Competentes, capaces de utilizar bien los múltiples talentos y habilidades que cada uno tiene. La educación formal e informal debe enseñar a ser útil en alguno o algunos campos de la actividad humana, sea gerencial, organizativa, informática, productiva de bienes y servicios, todo ello dependiendo de las cualidades de la persona. Jean Pierre ha sido siempre muy consciente de la baja calidad educativa en general, y ha puesto toda su gran imaginación y creatividad en contagiar su entusiasmo. Lo ha logrado con muchos jóvenes de La Vega que hoy reconocen sus esfuerzos y han sido capaces de imitarlo.
Compasivos. Que sean conscientes de la desigualdad social en oportunidades de crecimiento personal y buscan cómo remediarla. Personas a las que les duele el dolor ajeno, que se hacen solidarias de causas nobles, que participan en campañas a favor de una sociedad mejor. En esto es muy claro Jean Pierre: el educador no debe crear dependencia; debe estimular al máximo al alumno para que crea en sí mismo, descubra sus capacidades y las ponga a valer.
Comprometidos. Son personas conscientes del bien común y que trabajan por hacerlo efectivo. Personas que no rehúyen sus obligaciones como ciudadanos, sino que participan en todas las iniciativas para construir un mundo mejor. Uno de los grandes éxitos de Jean Pierre ha consistido en saber enrolar a cientos de maestros y alumnos para que se comprometan a trabajar por los demás por el gusto de hacerlo, por una motivación humanista o religiosa. Y es que la motivación última de Jean Pierre es religiosa, es el seguimiento de Jesús en las circunstancias concretas en que le ha tocado vivir.
Jesucristo ha sido siempre su amigo entrañable, que le ha sostenido en los momentos malos que ha vivido. Jesucristo le ha servido de ejemplo en la dedicación y el amor incansable con que Jean Pierre se ha dedicado a formar hombres y mujeres de fe, esperanza y amor, que creen que un mundo mejor es posible y trabajan por lograrlo”.
Abr 5, 2016
F. Javier Duplá