El “Padre Chepe”, un jesuita preocupado por la cultura y la música de Venezuela
“Como el rocío del cielo baja constante,
Cual viene de las nubes lluvia abundante,
Como flores y frutos produce el suelo
Venga Dios con nosotros, el Dios del cielo”.
Rafael Isaza, siglo XIX
La mañana del 20 de septiembre de 2024, en Caracas, el sacerdote jesuita José Martínez de Toda y Terrero, conocido cariñosamente como el “Padre Chepe”, partió al encuentro de Jesús. A sus 90 años, dejó un legado imborrable y de gran utilidad para la colectividad venezolana.
Nació en Badarán, La Rioja, España, el 17 de marzo de 1934, su vida fue una travesía de fe y dedicación. Proviene de una familia numerosa, en la que cinco de sus hermanos -cuatro mujeres y un hombre- también abrazaron la vida consagrada. Fue consagrado sacerdote el 24 de junio de 1965 en Chicago, Estados Unidos, y vivió 71 años como miembro de la Compañía de Jesús, haciendo sus últimos votos en 1972.
Resumir la vida de este sacerdote, comunicador y amante de la música en unos pocos párrafos es un desafío. Su entrega a Jesús fue total y apasionada, como lo demuestran sus escritos, los testimonios de sus compañeros y las biografías y entrevistas que le hicieron.
“¿Quieres que sea jesuita?”
Durante la misa de exequias, el padre Alfredo Infante, provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, lo describió como “un aventurero en busca de las huellas de Jesús”. Citó la autobiografía de Chepe, “Las aventuras de un jesuita”, escrita hace cuatro años.
Infante relató cómo José Martínez de Toda, durante más de dos años, preguntaba insistentemente a Dios: “¿Quieres que sea jesuita?”. La respuesta llegó un domingo de febrero de 1953, en medio de un paraje nevado, cuando escuchó en lo más profundo de su conciencia: “Sí, sé jesuita”. Esa fue la señal que esperaba para dedicar su vida al servicio de Dios y de los más vulnerables, siguiendo el ejemplo de Ignacio de Loyola.
Con apenas 21 años, llegó a Caracas el 13 de marzo de 1955. Encontró en Venezuela el lugar misionero que tanto anhelaba, después de que sus planes para África, Japón o India no se concretaran. Al llegar, tuvo que renunciar a su nacionalidad de origen y optar por la venezolana, un requisito para todos los migrantes que cambió con el tiempo.
Entre los fundadores de la revista Comunicación
Con una trayectoria impresionante tanto dentro como fuera de Venezuela, su vida siempre estuvo entrelazada con el mundo de la comunicación. Su carrera, llena de logros significativos, le ganó el respeto y reconocimiento de superiores, colegas e instituciones académicas por igual.
El legado del padre Chepe es explorado por el también sacerdote jesuita y doctor en comunicación, Jesús María Aguirre, en el “Diccionario de Investigadores Venezolanos de la Comunicación” (UCAB, 2018). Aguirre destaca que José Martínez de Toda y Terrero alcanzó su doctorado en Ciencias Sociales con una tesis sobre Comunicación Social en la prestigiosa Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, en 1998.
Como profesor de Comunicación Social, dejó una huella indeleble entre sus alumnos de la UCAB, UCV y otros centros de educación superior a lo largo de los años. Además, desempeñó roles cruciales en el ámbito de los medios, especialmente en la radio. Su liderazgo se destacó como director de Radio Fe y Alegría en Caracas entre 1982 y 1991, y fue el visionario detrás de la fundación de Radio Fe y Alegría Guasdualito en 1988.
“También fue miembro fundador de la revista Comunicación del Centro Gumilla, en la que dejó marcada su huella en diversos trabajos”, comentó Aguirre. De hecho, su primer artículo, “El anteproyecto de ley de la publicidad”, apareció en el número 6 del año 1976, en el que critica el uso de la publicidad para crear necesidades en la gente.
“Las minorías fuertes económicamente del capitalismo monopolista, para acumular en beneficio propio un mayor excedente, han recurrido a la publicidad creando en los consumidores necesidades artificiales y obligándolos a consumir sofisticados productos aun cuando no han satisfecho sus necesidades básicas. Para ello, en un abuso claro de su libertad, han utilizado los métodos psicológicos más compulsivos para lograr que el consumidor compre”, escribió en las conclusiones del artículo.
Un visionario en el uso de los medios digitales
La aguda experticia y la visión futurista de José Martínez de Toda y Terrero le permitieron anticipar con sorprendente claridad el advenimiento del mundo digital que hoy en día domina tanto los espacios comunicacionales como las relaciones interpersonales a nivel global.
En el Anuario ININCO de 2011, Martínez de Toda advertía: “Los medios digitales tienen aspectos positivos, pero también negativos. Conviene enseñar a usarlos bien”. Este llamado a la acción reflejaba su firme convicción sobre la urgencia de implementar una “educación para los medios”.
Lejos de quedarse solo en el diagnóstico, ofrecía soluciones concretas y delineaba lo que denominó como “las seis dimensiones” esenciales en el proceso formativo para el uso eficaz de los medios digitalizados. Según él, este proceso debía fomentar individuos que fueran alfabetizados mediáticamente, conscientes, críticos, activos, sociales y creativos.
Padre Chepe: “Necesitamos cultivar la cultura venezolana”
Desde sus primeros años en las tierras riojanas, la música fue una pasión que encendió el espíritu de José Martínez de Toda y Terrero. No es casualidad que al inicio de esta nota se haya mencionado el estribillo del canto de Adviento “Como el rocío”, compuesto por Rafael Isaza, un célebre autor de aguinaldos del siglo XIX en Venezuela. Esta canción forma parte de la colección “Cantos de Navidad” (1964), publicada por el Centro de Comunicación Social “Jesús María Pellín” y recopilada por nuestro protagonista.
El fervor musical de Chepe fue recordado por Alfredo Infante durante la misa exequial, resaltando que, durante su Magisterio en la Compañía de Jesús, entre 1958 y 1961, en el colegio Javier de Barquisimeto, creó el “Cancionero musical venezolano”, volumen 1, que recopila las primeras cien canciones.
Igualmente mencionó que, al llegar por primera vez a Venezuela en 1955, Chepe se embarcó en una búsqueda incansable, preguntando a todos: “¿Dónde puedo encontrar un cancionero musical venezolano?” La respuesta era siempre negativa. “No hay. Me extrañaba mucho eso ¿Es posible que no haya en Venezuela un libro con las canciones más populares?”, expuso Infante citando la biografía de Chepe.
Especialmente en sus vacaciones, Chepe comenzó a escuchar canciones por radio y aquellas que les gustaba, las grababa y las pasaba al pentagrama. “Así recogió doscientas canciones venezolanas, seleccionó las primeras cien canciones para el primer volumen del cancionero. Ellas representaban temas nacionales y de todas las regiones”.
En una entrevista disponible en YouTube, el padre José Martínez de Toda y Terrero comparte algunos aportes significativos vinculados a su vida y la música. “Una de mis actividades ha sido la música. Por eso publiqué este cancionero musical venezolano. Son cien canciones venezolanas con pentagrama, además de otro libro de cantos para la iglesia y cantos de Navidad. Necesitamos cultivar la cultura venezolana”, comenta con pasión.
Durante la presentación del “Cancionero musical venezolano”, escribe que “es el primer esfuerzo que se hace en Venezuela por publicar un cancionero venezolano con su música y letra (…) Va especialmente dirigido a los planteles venezolanos para que nuestros muchachos y jóvenes sepan cómo canta Venezuela”.
El compromiso de este sacerdote con la cultura musical venezolana se reflejó también en su obra “Cantos de juventud” (1970), donde recopiló temas que se entonan en misas, convivencias y otros momentos de la vida cotidiana, sumando así un valioso aporte a la riqueza cultural del país.
“La música es el único lenguaje que entienden todos sin barreras de naciones, credos y razas. Muchas veces les falta arte y poesía, pero el mensaje penetra con profundidad. Su sentimiento, ritmo y repetición permite la fijación de ideas: lanza llamadas, plantea cuestiones, transmite mensajes”, escribe en la presentación.
Jesús María Aguirre (SJ) observa que la obra de José Martínez de Toda y Terrero representa una especie de “revival”, que en el campo musical implica la revitalización de ciertos estilos musicales o prácticas litúrgicas que se adaptaron y modernizaron después del Concilio Vaticano II. Esto, porque antes, en la iglesia, predominaban los cantos gregorianos en latín, los cancioneros españoles y otras adaptaciones europeas.
El cambio también tuvo eco en Latinoamérica, donde se realizaron adaptaciones específicas, como las misas criollas, que son versiones de la misa católica adaptadas a ritmos y estilos musicales locales, incluyendo el uso de lenguas vernáculas en lugar del latín. En consecuencia, “Cantos de Juventud”, es vista como una recopilación que captura “lo mejor” de estas corrientes, asegurando que su legado musical perdure en el tiempo. “Ese fue el gran aporte de José Martínez de Toda Terrero”, enfatizó Aguirre.
CANTOS-DE-JUVENTUDRamón Antonio Pérez
Coordinador de Comunicaciones
Fundación Centro Gumilla
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